Seguía emocionado por todo lo ocurrido durante y despues del concierto, ahora quedaba poco tiempo para conocer un poco más esta ciudad, así que me puse a la labor. Me dediqué a recorrer las calles aledañas a la Av. El Prado. Ingresé a un par de librerías para ver si encontraba algo interesante, pero me llegue una gran desilusión no encontré literatura de autores bolivianos a precios razonables, lo poco que había estaba demasiado caro. Luego me fuí a tiendas de discos con intención de comprar algo de bandas bolivianas de metal y tampoco, me recomendaron un lugar, fuí hasta allá y estaba cerrado.
Otro detalle muy curioso fué cuando por 2da vez intenté comprarme zapatos, la primera vez lo intenté en la “feria del Alto”, donde fuímos por recomendación de mucha gente, cada vez que preguntaba por algún modelo de zapatos que me gustaban me respondían que no había de mi talla (calzo 43), alguna gente hasta se reía cuando les decía mi talla; por lo visto 41 es considerada una talla muy grande en Bolivia. En el centro me pasó algo parecido, pero allí por lo menos ya se encontraban zapatos de talla 42 y un par de modelos de 43, lástima que no me gustarán esos modelos, porque los zapatos estaban realmente baratos (entre 12 y 18 dólares).
Ya era muy tarde, fuí a cenar pollo broaster (no quería arriesgarme con otras cosas) y cuando le pedí al mozo una gaseosa boliviana, me dijo que no tenía, solo la línea Coca Cola. Esto me sorprendió porque no era el primer lugar donde sólo tienen gaseosas de Coca Cola y/o Pepsi en vez de productos nacionales. Luego de cenar me acordé que tenía que ir a un supermercado para comprar algunas cosas propias de Bolivia, lamentablemente no encontré ninguno en el centro de la ciudad, cuando preguntaba a la gente no me decían que no conocían, al final me enviaron a un típico mercado que estaba cerrado.
Volví al hotel, con quiénes tuve un ligero impase porque pretendían cobrarme por una habitación doble cuando yo había solicitado que me cambien a una simple, el problema fué que se quedaron sin simples, pero esa no era mi culpa :P. En el hotel me encontré con un iraní, su esposa alemana y un alemán que vivía en Argentina, gente muy simpática y que hablaban español y nos pusimos a charlar un buen rato. Ellos me contaban que se les hace muy difícil entender los distintos acentos que hay por sudamérica, y me confirmaron que a quiénes se les entiende más fácil son a los colombianos y peruanos (siempre y cuando no usemos jerga). Fué un momento muy agradable, estuvimos charlando hasta la medianoche y luego nos retiramos a descansar. Mi periplo se terminaba, por la mañana muy temprano tenía programado irme.
jejejeje cachasciento yo calzo 44 xD!!